¡AY,AY,AY!

Últimamente cada vez que entro en una librería a hojear hojas se me inflan las pelotas de mala manera. Porque vamos a ver, coges el libro que te interesa y lees el rollo ese de la contraportada, no sé como se llama sinopsis o lo que sea. Y se te tienen que inflar las pelotas sin remedio. Virgen Santísima como se puede ser tan pertados, tan artificiosos, tan pretenciosos, tan postizos, tan falsos, tan intelectuales, tan GILIPOLLAS. De verdad a mí me quitan las ganas de leer. ¡Pero qué rollos nos llegan a contar los muy imbéciles para que compremos un libro como si compráramos la piedra filosofal!. ¿Pero es que no hay nadie que cuente historias cotidianas de esas que nos pasan a todos cada día joder? , o historias de piratas, de amor, de odio, no sé de un tipo que se va de viaje, de vacaciones con la familia o a una fiesta, o que monta un negocio o se divorcia, que sé yo….
Tanto teorizar pontificar dogmatizar predicar pavonear no puede ser normal no puede ser. ¿Y los autores por qué no hacen algo para que no hablen así de sus obras?. Ahora resulta que un tipo escribe un poema o una canción o una novela y resulta que está contactando con el inconsciente colectivo de una generación y bla bla bla .

¡Dios Bendito que pandilla de babosos soplapollas ¡. Se te quitan las ganas de leer.

Menos mal que todavía nos queda gente sencilla como Stevenson que al parecer se murió haciendo una ensalada. Sin metáforas parábolas ni dobles lecturas. Una puta ensalada de lechuga.