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Tengo un amigo músico que asegura ser capaz de tragarse un spaghetti y, con un brusco espasmo de la tráquea, expulsar uno de sus extremos por la nariz mientras el otro asoma intacto por la boca. Luego, como es natural, entre los índices y los pulgares agarra sendos extremos y se pone a jugar con el spaghetti adentro-afuera- adentro-afuera. Cuando le hago ver que me parece una guarrada me contesta que, más bien al contrario, se trata de un Don. Al parecer la única condición necesaria para esta prestidigitación es que el spaghetti este “aldente”, porque sino según mí amigo se partiría.
Os preguntareis ¿ a santo de qué arrimo esta historia aquí?. Bueno la verdad es que últimamente, al igual que el avogado, tengo la sensación de estar en uno de esos programas de televisión en los que todos, incluido el público asistente, son friikis. Pero ¿quién no lleva un friki dentro? digo yo. O peor aún ¿quién no lleva un friki al lado?. Hace años tuve un amigo, de aquella todavía no había cadenas privadas de televisión, al que le gustaba merendar bocadillos de sardinas. Esto no tendría nada de extraño sino fuera por el hecho de que previamente les espolvoreaba por encima un poco de Cola Cao.” Ni mucho ni poco” me decía concentrado en la tarea, “la medida justa, la medida justa”. Ya veis, un bocadillo de peces muertos con Cola Cao y le preocupaba la jodida “ medida justa”.
Alguien a quien no voy a delatar, me jura que el mayor placer del acto sexual es chupetearle el ojete a su novia. Me lo dice con la misma naturalidad con la que luego me recomienda probar, en el Dezaseis, el pulpo con almejas. Pero ¿cómo vas a fiarte de los conocimientos gastronómicos de un tipo al que le gusta chupar el ojo del culo de su novia?, ¿a qué coño sabrá el pulpo con almejas me pregunto yo?.
En mi familia tengo un miembro del sexo femenino que suele mojar en el café del desayuno trozos de queso Gouda en lugar de la clásica galleta de toda la vida. Reconozco que las galletas pueden llegar a aburrir, lo sé bien yo que trabajé en una fábrica durante un par de años, ¡pero coño ahora hasta las hacen rellenas de queso!. Llamadme convencional si queréis pero la verdad es que a la mesa yo no tengo demasiadas manías. En la cama es ya otra historia…
Por cierto hasta mí propio hijo Samuel últimamente está comenzando a desarrollar una extraña habilidad. Es capaz de dormirse mientras camina. Eso sí que es un Don.