2.2.10
EL NOMBRE DE LA PIEDRA
El olvido, es sin duda, la calle más transitada de la historia. Por ella atraviesan gentes humildes, de nombres comunes, de apellidos perfectamente intercambiables, con caras tan parecidas los unos a los otros que se podría decir que no tienen rostro. Gente que viene y que va pero que siempre se queda, que hacen fiesta los días de diario y bulto en las efemérides.
El olvido es una calle estrecha escrita entre las líneas de los libros de historia. Es una calle lóbrega en la que da un sol pequeñito, el sol que sobra de otras partes y que llega agotado de iluminar estatuas y fechas y jardines y banderas y cristos. Es una calle constreñida por un muro que cubre el horizonte, a modo de paredón. Es una calle sin ventanas.El olvido es la calle donde nací yo.
Pero no escribo esto por eso, lo escribo porque, a veces sucede que se cae el muro y entra el sol y entonces al olvido le crecen plazas donde no había siquiera paisaje. Y esas plazas tienen nombres propios, por ejemplo Marcial Villamor Varela. Y uno puede por fin sentarse en un lugar que ya no es cualquier lugar y ver como sus hijos crecen sobre la memoria y no sobre el olvido. Sobre la suma y no sobre la resta. Sobre lo que fuimos o pudimos ser y no sobre lo que no quisieron que fuéramos. Porque, aunque pueda parecerlo, inscribir un nombre sobre una piedra no es un acto superficial, ya que una piedra con nombre nunca más volverá a ser una simple piedra.
Y escribo esto sobretodo porque, a veces, los olvidados celebramos nombres que los olvidadizos tenían completamente enterrados.
Yo me llamo Javier y soy nieto de la memoria.
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3 comentarios:
Óle, Javi.
Por unha vez, algo que celebrar! Parabéns, o teu esforzo axuda a que o Olvido só sexa unha rúa.
Bravo
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