24.11.06
MI AMIGO SATÁN
Seguro que no es la mejor película del mundo, a lo mejor ni siquiera la mejor película de terror. Pero es mi preferida. Hay muchas películas que me fascinan pero esta se hace más grande cada vez que la veo de nuevo. Me encantan las interpretaciones, esa seductora y entrañable pareja de ancianos satanistas. La cara escuálida de Mia Farrow, una de las mujeres para mí más extrañamente sensuales de todo el star system, los pasillos interiores del edificio Dakota, las calles de N.Y. en los años 60,que más bien parecen también un interior en esta película. Las intimidad del piso de los recién casados.
No conozco una película más creíble que esta. Y mira que es difícil hacer creer a alguien una historia así. Aunque bien pensado, el reverso de esta historia se la creen millones de personas en el mundo. Dios es grande, pero yo creo más en Polanski.
Pronto tendré que comprar otra botella.
UNO MÁS UNO MENOS
Y así me voy acercando a la cuarentena, que dicen es la lucidez, más bien discretamente. Tengo un hijo, una hipoteca, una mujer, una madre, un muerto en el cementerio. Tengo un puñado de buenos amigos/as que viven en el kinto carallo en un universo que, doy Fe, se expande cada día un poquito más.
Cuando era niño quería ser astronauta, estaba de moda por aquel entonces supongo o tal vez tenga algo que ver el hecho de haber nacido en el 69. Lo que es hoy me conformo con que me suban el sueldo o que, al menos, en Hipercor oferten de cuando en vez un whisky decente. Ya no espero a ninguna princesa azul, no creo en playas bajo los adoquines ni en tesoros tras las esquinas, aunque a veces se me cruce en el camino un día prodigioso y me deje con la boca abierta.
De camino hasta aquí he perdido algunas cosas, casi todas prescindibles y las que no lo eran … bueno, las que no lo eran simplemente ya no están. Lo mejor de los años es que pasan y no vuelven, lo peor es que en algunos no para de llover se te moja el cuerpo y el alma y acabas hecho un naufrago.
Nací en una época en la que las puertas permanecían abiertas todo el día de par en par, nuestras madres tendían la ropa en la huerta y se avisaban a gritos unas a otras cuando empezaba a llover. Los niños jugábamos en la calle, en el campo, comíamos vinagretas y torturábamos renacuajos en la fuente. Y las niñas también.
Aquella isla se hundió como dicen le pasó a la Atlántida. Aunque tal vez no haya ocurrido nunca.
Recuerdos tengo muchos, esperanzas algunas menos. ¡Ah bandini, despierta!, envejecer, es dejarse convencer.
17.11.06
DE MUCHA RISA
8.11.06
GRUPO SALVAJE
6.11.06
TATUAJE
Suscribirse a:
Entradas (Atom)